martes, 20 de octubre de 2015

7.7. ¿Cómo debe vestir una mujer cristiana?


Venimos de aquí: La sexualidad del soltero cristiano: La transformación & Libres de la esclavitud: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/10/la-transformacion-libres-de-la.html

Espero que las mujeres hayan comprendido la dimensión real del problema visual con el cual se enfrentan los hombres, así que ya deberías intuir qué debes poner de tu parte. Es mera lógica elemental. Si es el cuerpo de la mujer lo que le atrae de manera natural, tendrás que saber cómo mostrar el tuyo. Y aunque no sea el propósito de una mujer incitar ni provocar a ningún hombre, debe aprender a vestir para respetarse a sí misma y la obra que Dios ha hecho en ella. Para esto debe seguir ciertos principios bíblicos que son muy claros. Así que antes de seguir leyendo, recuerda: tenemos que seguir todo el consejo de Dios (cf. Hch. 20:27) y no únicamente el que nos gusta, y muchos menos tratar de adaptarlo a nuestros gustos e intereses personales.

¿Piedra de tropiezo?
El hecho de ser cristianas y tener una mente renovada no significa que una mujer pueda vestir como quiera. Puedes pensar que es un tema de conciencia: Sí y no. La conciencia, por sí sola, suele basarse en lo que siente y en el llamado sentido común. Ambos son peligrosos y no es el baremo adecuado para medir lo correcto y lo que no lo es, ya que se apoya principalmente en los sentimientos, influenciados directamente por lo que la sociedad considera normal y dictamina en general. Por eso Dios dijo: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9). Por eso la conciencia debe estar dominada por los principios bíblicos.
Al hablar de la conciencia tenemos que ir más allá. Pablo habló de la responsabilidad individual del creyente y sobre la cual tendrá que rendir cuentas a Dios. Este es un tema que analiza en el capítulo 14 de Romanos. Ahí se plantea un asunto: la disputa entre creyentes por tener opiniones diferentes sobre ciertas cuestiones:

- Algunos cristianos tenían una conciencia débil y seguían teniendo escrúpulos a la hora de comer carne de cerdo, lo cual estaba prohibido en el Antiguo Pacto porque era considerado un animal impuro. Por otro lado, los cristianos maduros, sabiendo que ya todos los alimentos son santificados por la Palabra de Dios (“Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” 1 Ti. 4:4-5), menospreciaban a estos hermanos.
- La discrepancia que había si el sábado se podía o no trabajar, y sobre si había o no que guardar el calendario judío con sus fiestas y leyes.

Pablo resolvió este problema diciendo que tanto el que come esta clase de alimentos como el que no, y el que guarda el sábado como el que no, da gracias a Dios. Y añade: “Que cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Ro. 14:5). Es decir, que cada uno haga como bien crea en la libertad de su conciencia. Concluye con la idea de que estas diferencias no deben de ser causa para disputas o peleas entre hermanos. Hoy en día esto ocurre entre cristianos en diversidad de asuntos. Es ahí donde está la libertad de conciencia delante de Dios. Y, si observamos a Pablo, él era bastante liberal porque entendía que la libertad cristiana lo incluye todo. Aún así, dejó una norma bastante clara que todos deben cumplir: no ser piedra de tropiezo para un hermano. Si mi libertad de conciencia en Cristo puede ser de tropiezo a otro, mejor evitar aquello que provoque ese efecto. Como Pablo dice cuando se refiere a la hora de comer carne de cerdo: “Si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano” (1 Co. 8:13).
A toda mujer le digo: si sabes el efecto que provoca tu cuerpo en un hombre, debes saber qué hacer con él para no ser de tropiezo. Y aquí me refiero a la manera de vestir. No sirven las argumentaciones sobre lo hermoso que puede ser cierto vestido o tu libertad de conciencia para señalar que tu deseo no es ni mucho menos provocar: “Es problema de los hombres, no mío”, dirán algunas. No puedes quedarte en una visión tan simplista. Si tu mejor amiga está a régimen, ¿te pondrías delante de ella a comerte media docena de deliciosos pasteles? ¿Qué pensaría de ti? ¿Creerás que se alegrará al verte tan delgada y pudiendo comer de todo? No, en su interior no le sentará nada bien tu actitud.

¿Estímulos visuales?
Puede que lo que voy a decir moleste a alguna mujer, por la sencilla razón de que creen que no hacen nada malo (y creo en sus palabras), o porque afirman que tienen derecho a lucir sus cuerpos. Pero lo voy a exponer claramente porque así piensa la totalidad de los hombres cristianos que desean vivir una vida en santidad: cuando dejas relucir ampliamente tu escote o tu falda es excesivamente corta[1], no estás ayudando a tu hermano. Con esto no estoy queriendo culpar a ninguna mujer de la reacción de un hombre ante un estímulo físico y visual. Una mujer puede provocar una reacción por su vestimenta, pero no es la responsable final de esa reacción, ya que el hombre tiene la última palabra sobre qué hacer al respecto: “Creo que todos los que quieren vivir dentro de los límites de la santidad, deben tener un serio compromiso con el pudor. Es un llamado de la Palabra de Dios a las mujeres. Dios no culpa a la mujer por los pecados de los hombres, pero la culpa por su descuido y falta de pudor ya que no sólo tienta al hombre, sino que también lo lleva a cometer pecado. Nosotros debemos ser parte de la solución, no de los problemas. Ninguna mujer es culpable de que un hombre se sienta infatuado y excitado al verla, pues nadie se excita a la primera mirada, sino cuando continuamos mirando. Es el hombre el culpable de seguir mirando y dando rienda suelta a su imaginación la que lo lleva al camino de la tentación. Pero también debo decir que la mujer que dice amar a Dios y la pureza, pero que le gusta vestirse sensual y atractiva, debe saber que es culpable de la provocación que produce un cuerpo en el que se exalta la sensualidad. Las mujeres no quieren estar expuestas a ser buscadas y molestadas o vistas como coquetas. Deben ser sabias y prudentes, deben pensar bien en la ropa que van a comprar, antes de usarla. Toda mujer sabe cuándo es atractiva de forma natural y no puede evitarlo, pero toda mujer también sabe cuando ha trabajado su coquetería y ha preparado su cuerpo para ser admirado. Ella sabe cuando elige, compra y viste ropa que exalta ciertas partes de su anatomía, que le hace lucir mas sensual y si está dentro de los límites del pudor”[2].
Ahora bien, tampoco yo quiero ser simplista y es conveniente que me ponga en la piel de la mujer. Como ya vimos, ellas saben que su cuerpo es como un imán que atrae a los hombres y el deseo profundo de la mujer es sentirse especial, admirada y amada. Por lo tanto, saben que mientras más cantidad de imán muestren, más posibilidades cabe de que algunos sujetos se acerquen a la fuente y le ofrezcan el amor que desean. Siguiendo este razonamiento, la necesidad de mostrar el cuerpo viene a ser una manera de sentirse guapas y bien consigo mismas por un lado, y de llamar la atención por otro para alcanzar un fin: el amor. Es como gritar: “¡Eh, que estoy aquí, miradme, que quiero que me améis! ¿No os dais cuenta de que en el fondo tengo un corazón que anhela el cariño de aquellos que me rodean?”.
Comprendo bastante bien este punto de vista, y más con la presión que experimenta la mujer desde muchos rincones de la sociedad para ser físicamente perfecta, donde el culto al cuerpo ha tomado preeminencia y se ha convertido en una verdadera idolatría. Los medios de comunicación han hecho creer a la mujer desde muy pequeña que el valor que poseen como personas depende del físico que tienen y que los deseos de amor se alcanzan de determinadas maneras. Por eso, si tienen que enseñar “carne” para lograrlo (aunque sea pura artificialidad) no se cortan. Creen que es más fácil alcanzar sus anhelos de esta manera. En el fondo, sin saberlo, están siendo víctimas de la enseñanza perniciosa de la sociedad.
Otro problema añadido es que todo esto puede esconder inseguridades personales, falta de estima propia, complejos de inferioridad, miedo al rechazo o falta de habilidades sociales para relacionarse, etc., aunque lo camuflen bajo una apariencia externa (su máscara personal), de igual manera que hay personas que ocultan su timidez bajo un carácter arisco (el mecanismo de defensa que emplean como escudo para esquivar las relaciones personales). 

¿Qué imagen quieres ofrecer de ti misma?
Piensa en la imagen que estás ofreciendo a un hombre con tu forma de vestir. Aunque seas la mujer más interesante del universo, si tu escote es prominente, tu falda es mini, tu pantalón está ceñido como si fuera la primera piel, parte de tu ropa se transparenta, o la interior se muestra por un lado u otro cada vez que cruzas tus piernas o te agachas, ellos se centrarán en tu figura, por mucho que creas que se interesan por el interior de tu persona. Y no porque tengan necesariamente un problema de lujuria, sino porque la belleza no puede dejar de apreciarse (y más cuando se resalta el erotismo de un cuerpo femenino), como vimos en Cómo sienten la sexualidad hombres y mujeres.
Puede que hayas oído de un tebeo titulado “Fábulas”, donde los protagonistas de los cuentos viven desterrados en nuestro propio mundo ocultando y camuflando su existencia. Aunque suene surrealista, Blancanieves acude a un baile con el Lobo (un detective privado). Como él no sabe bailar, no deja de mirar hacia abajo para observar sus pies y no pisarla. ¿Qué ocurre? Que ella lleva un vestido con un escote muy pronunciado, por lo que piensa que él la está mirando. Esta es la conversación que mantienen:

- “Levanta la vista”.
- “Entonces no me veo los pies”.
- “Hágalo de todos modos. Parece que intente mirarme dentro del vestido”.
- “¿Y? ¿Por qué llevas un escote así si no quieres que la gente te mire?”.
- “Quizás las mujeres llevan escotes bajos para separar a los caballeros de los perros. Aquellos que mantienen el contacto visual pese a la presencia de pechos como estos pueden tener potencial”[3].

Curiosa argumentación, pero no me vale para nada. ¿Sabes el apodo de la mejor amiga del impostor “el pequeño Nicolás”?: “La Pechotes”. ¿Y por qué ese alias? ¿Por sus preciosos ojos? ¿Por su deslumbrante melena? ¿Por su simpatía? ¿Por su inteligencia? ¿Por sus profundos pensamientos? Como puedes imaginar, la respuesta es bien sencilla: por la manera en que se dedica a exhibir esa parte tan concreta de su anatomía.
Todos sabemos que cualquier mujer inconversa conoce perfectamente la naturaleza sexual de los hombres. Por esta razón se visten de maneras provocativas: para incitarlos[4]. La mujer cristiana no debe comportarse de la misma manera. En el caso de que tengas pareja o la tengas en el futuro, ¿cómo te sentirías si otra mujer apareciera ante tu novio/esposo con una ropa que dejara al aire buena parte de sus encantos? No creo que te gustara, ¿verdad?
En buena medida, de ti depende cómo te tratarán los hombres y de qué clase serán los que atraigas. ¿Qué imagen quieres que los demás tengan de ti? ¿Elegante y femenina? ¿O, por el contrario, sensual y provocativa?
Una mujer puede vestir de muchas formas sin necesidad de mostrar más de lo debido. Puede mostrarse distinguida y atractiva, realzando su belleza, sin necesidad de mostrar ni exhibir ciertos encantos personales, que es parte del regalo exclusivo que se ofrecen el esposo y la esposa dentro del matrimonio: “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer” (cf. 1 Co. 7:3-4).  
Un amigo me contó que tuvo más de una charla con su antigua novia (teóricamente cristiana), para hacerla entrar en razón porque ella se ponía unos vestidos que mostraban sus senos en demasía. La respuesta que ella le ofrecía era: “Es una parte bonita de mi cuerpo, así que la enseño. Y el que quiera mirar que mire”. ¡Cuánta inmadurez en tales palabras, y que falta de amor y respeto hacia su pareja!

Humildad, días especiales y redes sociales
Cuando Pablo indicó que las mujeres se ataviaran de ropa decorosa, con pudor y modestia (cf. 1 Ti. 2:9) –también aplicable a los hombres-, no estaba señalando que debían llevar un burka, faldas de monjas o ir completamente tapadas. Aquí no estamos hablando de posturas legalistas ni de extremismos. Su enseñanza era muy sencilla: en el propio estilo femenino de cada mujer, que vistieran con un espíritu humilde. Ese es el quid de la cuestión y lo que quiero transmitir. Esa clase de espíritu pensará en primer lugar si a Dios le agrada su manera de vestir, por lo que demostrará un pudor sano y no mostrará determinadas partes de su cuerpo, por mucho que sea la moda del momento o lo que se supone que dicta la sociedad.
De ahí que no entiendo esas licencias que muchas cristianas se toman en bodas y fiestas de fin de año, donde enseñan más carne de la habitual (escotes con el canalillo bien pronunciado o con faldas que desvelan lo que no muestran el resto del año), como si casi todo estuviera permitido en esos días especiales y la conciencia no viera nada malo en ello. ¿Qué los hombres no se quejan? ¡Claro, cómo iban a hacerlo! Lo reconozcan o no, hay un componente de erotismo y sensualidad, aunque sea ligth. Puede que carnal y visualmente se sientan atraídos, pero créeme cuando te digo que a un hombre cristiano maduro no le gusta que una mujer vaya mostrando públicamente parte de sus encantos femeninos. Una cosa es realzar la belleza natural (algo legítimo) y otra exhibir determinados atributos físicos. Aquí serían aplicables las palabras de Pablo: “Todo me es lícito, pero no todo conviene” (1 Co. 10:23).
Menos comprensible aún es que luego suban a las redes sociales las fotos que se hacen con algunos de esos vestidos con “primerísimos planos”. ¿Búsqueda de admiración y reconocimiento por sus atributos físicos? ¿El deseo de sentirse bien consigo mismas al lograr lo que anhelan, como piropos y los conocidos “me gusta”, ambos sucedáneos del amor? ¿Falta de autoestima que tratan de esconder bajo una bonita apariencia física? Únicamente cada una de ellas sabe los porqués del lucimiento. Sea cual sea la explicación que puedan ofrecer, la realidad que se esconde en el fondo es que es una moda más de la sociedad caída que se ha infiltrado en la iglesia y que ya se ha aceptado como algo normal.
Creo que están claras mis palabras, pero hago una matización por si alguien ha podido malinterpretarme o no he sabido explicarme correctamente: no hay nada malo en subir fotos a las redes sociales. A las fotos a las que hago alusión que no deberían exponerse son aquellas que lucen en exceso el físico o que conllevan poses sensuales. El resto, las que cada uno quiera. Eso es todo.

La doble responsabilidad de madres y hermanas
Por último, las mujeres que tienen hijas o hermanas tienen una doble responsabilidad, ya que lo que vean las pequeñas será lo que quieran imitar. Quizá no hoy ni mañana, pero sí en cuanto puedan y tengan edad para vestir como quieran y sin la supervisión de un adulto. Al igual que los adolescentes imitan las conductas de sus mayores, también observan atentamente cómo visten para copiar la estética que funciona y provoca resultados (en este caso, la admiración y la atracción de los hombres). Si su madre o su hermana mayor va mostrando buena parte de sus senos o sus pantalones son ceñidos como si fuera la primera piel, con el tiempo querrá hacer lo mismo. Es cierto que esos ejemplos los verá en cualquier otra esfera de la sociedad, pero si la madre y/o hermana mayor es de buen ejemplo luego tendrá autoridad moral para hablar con su pequeña y guiarla en el pudor y la modestia, sin que esto vaya reñido con la elegancia. De lo contrario, el adolescente dirá que quién es para decirle nada cuando ella misma viste así. Así que pregúntate qué clase de ejemplo quieres ser y si te gustaría que tus hijas o hermanas vistieran como tú lo haces a día de hoy. En ti está marcar la diferencia.

Conclusión
Somos libres, pero no confundamos libertad con libertinaje. Tengamos claro que:

- El hombre debe respetar a la mujer y no culparla del pecado propio, vista como vista. Su dignidad no depende de que lleve mucha o poca ropa. Ellas no son un trozo de carne para la propia lascivia. Al igual que el hombre, su valor es enorme como criatura de Dios al formar parte de Su “formidable creación” (cf. Sal. 139:14), e incluso más si ha nacido de nuevo y es hija de Dios.

- La mujer debe poner de su parte y ser pudorosa (cf. 1 Ti. 2:9; 1 Ti. 2:9), porque incluso con su cuerpo (y no únicamente con su espíritu) debe agradar a Dios: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Co. 6:20).

Por lo tanto, la respuesta a la pregunta del título ¿Cómo debe vestir una mujer cristiana?, sería: conforme al corazón de Dios. Tengamos en cuenta que esto no es una guerra de sexos para acusarnos unos a otros, ni un intento de imponer el machismo o el feminismo, sino un fifty-fifty entre hombres y mujeres, algo recíproco donde cada uno tiene su parte de responsabilidad. Ambos pongamos en práctica esta máxima: todo lo que hagamos que sea para agradar a Dios (cf. Col. 3:17, 23; 1 Ts. 4:1)[5]

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* Prosigue en:
         7.8. La sexualidad del soltero cristiano: L@s cristian@s ante el bikini y otras cuestiones.


[1] Aunque en épocas veraniegas es usual que una mujer use ropa mas ligera por el calor, es conveniente que cuide los detalles, como el dónde muestra esa vestimenta. No sólo por los hermanos en la fe, sino también por los inconversos. En algunos lugares puede ser natural, y en otros estar completamente fuera de lugar. Hacer distinción entre ropa de iglesia y ropa de calle a veces es un error, y más teniendo en cuenta que “la iglesia” no es el lugar donde nos reunimos, sino las personas que conforman el cuerpo de Cristo.
[2] Hormachea, David. El adulterio: ¿Qué hago? Nelson. Pág. 46-47.
[3] Willingham, Bill. Fábulas. Ecc. Pág. 99.
[4] Con esto no estoy generalizando ni diciendo que todas las mujeres inconversas sean iguales ni vayan “destapadas”, puesto que muchas de ellas visten de manera muy elegante y cuidada.
[5] Incluyo un artículo escrito por Elaine Severio y que complementa el tema tocando otra cuestión muy interesante: http://proyectovirtuosa.blogspot.com.es/2013/04/coquetear.html

6 comentarios:

  1. Impresionante abordaje de un tema tan fundamental para la vida y testimonio de la iglesia de Cristo de hoy... muchas gracias hermano, lo compartiré como tal..

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    1. No había visto este comentario, lo siento. Me alegra que le haya gustado y gracias por compartirlo. DTB.

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  2. Buen artículo, porque no cae en ningún extremismo como en algunas iglesias donde no se puede ni maquilllar la mujer o sea que mientras más fea mejor y por eso tanto adulterio. Todo con medida. Exelente.

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    1. Esa era la idea, ser equilibrado y no caer en un extremo ni otro. Saludos y que Dios te bendiga.

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  3. Muy buen artículo, es interesante que en el capítulo donde Pablo habla a las mujeres la palabra "Ropa" (que tiene muchas acepciones en el original) elige justamente: katastole (largo y suelto) Dios es sabio, sabe que nos evitaríamos muchas discusiones a nivel congregacional si las mujeres entendiéramos que el que nos manda a vestir de ese modo es El Señor, y en todo tiempo, porque la vida cristiana no es solo en la Iglesia. Bendiciones!!!

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  4. Desconocía ese dato. Muy pero que muy interesante, he aprendido algo nuevo y que aporta riqueza. Muchísimas gracias por la aportación. Saludos y que Dios te bendiga.

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