martes, 4 de octubre de 2016

Lucifer: ¿Simpático, de buen corazón y condenado injustamente?



El famoso autor cristiano C. S. Lewis dijo: “En lo que se refiere a los diablos, la raza humana puede caer en dos errores iguales y de signo opuesto. Uno consiste en no creer en su existencia. El otro, en creer en los diablos, y sentir por ello un interés excesivo y malsano. Los diablos se sienten igualmente halagados por ambos errores, y acogen con idéntico entusiasmo a un materialista que a un hechicero”[1]. A estos dos peligros habría que añadirle uno más: el cambio de imagen y el nuevo lavado de cara. Han sido muchas las representaciones que se han hecho de él: con forma de carnero, con piel rojiza, con cuernos de cabra, con una cola acabada en forma de flecha, con dientes afilados como los de un vampiro y portando un tridente, etc.  
Tras el estreno de la serie americana Lucifer nos encontramos con un cambio absoluto de paradigma del susodicho personaje. Dicho programa de televisión podría resultar hasta cómico si no fuera porque muestra una imagen esperpéntica y distorsionada del verdadero diablo descrito en la Biblia, hasta el extremo de hacerle ver finalmente como alguien bondadoso, con capacidad de redención y con un carácter simpático y glamuroso. Esa es la manera en que ha evolucionado desde la antigüedad hasta el presente la percepción de este querubín (cf. Ezequiel 28:14), donde la  sociedad ha pasado de hacerle demasiado caso a no hacerle ninguno, y finalmente a reírle las gracias.
Esta “transformación” ya ha sido apuntada en las últimas décadas en diversas películas, como en la comedía Al diablo con el diablo (interpretado por una mujer, Elizabeth Hurley) y en Pactar con el diablo (Al Pacino). También podemos verlo en anuncios donde se promocionan diversas marcas de bebidas alcohólicas, que muestran el infierno como una macro-discoteca donde la fiesta no tiene fin. En ella suena música electrónica mientras que todo el mundo baila o se divierte a su manera, al mismo tiempo que el atractivo dueño de la sala –el diablo- observa a la multitud desde su sala vip vestido elegantemente de Prada y Armani, sentado en un amplio sillón y rodeado de varias mujeres despampanantes, mientras bebe el mejor whisky del universo.
Es evidente que a un verdadero cristiano –con conocimiento real de las Escrituras- lo que se diga o deje de decir de él no le afecta y sabe discernir fácilmente lo real de lo falso respecto a este Ser. Pero a los que no lo son, si ya de por sí no suelen creer en su existencia (aunque cuando ven películas de posesiones, exorcismos y casas encantadas –tan de moda en la actualidad- se quedan pensativos), este nuevo perfil dicharachero y simpático del diablo les alejará aun más de la verdad.
Por otro lado, al analizar esta cuestión aparentemente sin importancia, los creyentes vemos que este ángel caído sigue ahí entre bambalinas, engañando a la humanidad de distintas maneras a lo largo de la historia y buscando como león rugiente a quien devorar (cf. 1 Pedro 5:8).

Una pequeña descripción
“En el comienzo, el ángel Lucifer fue expulsado del cielo y condenado a gobernar el infierno por toda la eternidad. Hasta que decidió tomarse unas vacaciones”. Con estas palabras comienza este show televisivo. ¡Menuda bofetada a la teología bíblica la idea de que el diablo gobierna el infierno!
Teóricamente, la serie de televisión iba a ser la adaptación del cómic del mismo título guionizado por Mike Carey y publicado por la editorial Vértigo –dirigida principalmente a un público adulto- pero aunque toma ideas del mismo, está muy alejada del tono y de la trama original. El cómic en sí merecería otro artículo y dejo abierta la opción de hacerlo en el futuro, pero centrémonos en la serie televisiva.
Satanás vive ahora en Los Ángeles (Estados Unidos), donde es dueño de uno de los clubs nocturnos más prestigiosos de la ciudad, el Lux. Entre sus posesiones más valiosas se encuentra un espectacular Chevrolet Corvette C1 del 62 (información facilitada por un amigo, cuyo hijo es todo un experto en coches). Allí trabaja también Mazikeen, una diablesa que junto a él se marchó del infierno hace cinco años y viene a ser su protector. Fue ella la que le arrancó las alas, a petición de él, quien tiempo después las quemó.
Podemos ver que viste elegantemente, es seductor, presuntuoso, promiscuo, bisexual, fumador, con un retorcido sentido del humor bastante negro, y canta y toca el piano extraordinariamente bien. Entre sus cualidades sobrenaturales, destaca su capacidad para que los seres humanos revelen sus deseos más ocultos.
Tras ayudar a la inspectora Chloe Decker a resolver varios crímenes, es nombrado por la capitana como Asesor Oficial Civil de la Policía.

El Lucifer de la serie Lucifer y el Lucifer de la Biblia 
La imagen externa que nos ofrece el protagonista es un simple reflejo de lo que anida en su interior: ególatra, narcisista, egocéntrico y cínico. Resultan sumamente llamativas sus palabras y cómo lo describen quiénes interactúan con él. Veámoslas y analicemos qué dice la Biblia al respecto:

- No tiene problemas en decirle a todo el mundo que es el diablo, pero nadie le cree. Es como una burla sarcástica a la realidad de nuestro mundo caído, donde son pocos los que creen en su existencia y sucede justo lo contrario, donde “el mejor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía”, como bien dijo el poeta francés Charles Baudelaire (1821-1867).

- Tiene la desfachatez de decir que Dios no tuvo fe en él. ¿Acaso olvida el guionista de esta infame serie que Dios sí tuvo fe en Lucifer Morningstar (Estrella de la mañana) puesto que lo creó como un querubín grande, protector, lleno de sabiduría y acabado de hermosura, al que puso en el santo monte por donde se paseaba? (cf. Ezequiel 28:12, 14). Si eso no es tener fe...

- De manera surrealista, culpa a Dios de su desdicha. Adán culpó a Eva de su propio pecado; Eva culpó a la serpiente de su propio pecado; el diablo culpa a Dios de su propio pecado. La misma excusa de siempre para eludir la responsabilidad sobre los propios actos, con el falaz argumento de la supuesta falta de libre albedrío.

- Sentencia una y otra vez que él no eligió ser denostado, que fue “su padre” (Dios) el que eligió que pasara la eternidad en el infierno y que él no es malo sino el que inflige dolor a los malos. ¿Acaso ha olvidado sus propias palabras? Si es así, se las recordamos: Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14). Por querer suplantar a Dios, por el enaltecimiento de tu corazón a causa de tu hermosura, por corromper tu sabiduría a causa de tu esplendor, por la multitud de tus maldades y pecados, te expulsaron del cielo y fuiste derribado hasta el Seol, a los lados del abismo (cf. Isaías14:15; Ezequiel 28:15, 17, 18).
La inspectora Chloe le dice que él hace favores por el poder, puesto que así se siente superior, con el control. Y que es adicto a crear el caos sin importarte las consecuencias: “Es como si tuvieras un complejo de Dios”. Esto sí coincide plenamente con la realidad bíblica.

- Dice que no miente pero que no siempre dice toda la verdad. Pura malicia que coincide con la realidad vista cuando tentó a Jesús en el desierto: Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, En las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios” (Lc. 4:3-12). La realidad es que las medias verdades son igualmente mentiras, y más si cita las Escrituras según le conviene.
A pesar de que dice no soportar a los mentirosos y charlatanes, él es el primero de todos. Igualmente, lo vemos una y otra vez ejercer de tentador. Por ejemplo, a un joven virgen le incita para deje de serlo con una chica que le gusta: “La deseas, ¿por qué resistirte?”. Por eso el Maestro dijo de él: “Ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44).

- Sorprendentemente –y absurdo en grado extremo-, Lucifer acude a terapia con una  psicóloga que también se acuesta con él. Según ella, lo que le pasó a Lucifer fue injusto, así que le dice que su verdadera pretensión al vivir entre los humanos es reinventarse, lo cual él niega al principio: “¿Por qué cambiar la perfección?”. Ella, Mazikeen y Amenadiel apuntan en la misma dirección: está cambiando pero no saben la razón, aunque ésta es evidente, que no es ni más ni menos que el aprecio que siente hacia la inspectora Chloe. Ante esta transformación, Amenadiel se queda desconcertado al comprobar que Lucifer salva una vida humana y no por motivos egoístas, e incluso la misma psicóloga dice de él que “no solo disfruta castigando a los malos, sino que ha empezado a buscar justicia para los buenos”. Lucifer no tiene más remedio que aceptar que se siente bien cuando hace el bien.
De manera opuesta, la Biblia nos dice que este “acusador” no es el que hace el bien sino el que acusa a los creyentes de día y de noche (cf. Apocalipsis 12:10).

- Lucifer afirma que Dios perdona a todo el mundo menos a él. Sin embargo, vemos en la Biblia que desde su rebelión hasta la escena con Jesús en el desierto pasaron miles de años y en ningún momento hubo arrepentimiento por su parte, sino todo lo contrario. Y sabemos que no lo hará por todo lo descrito en el libro de Apocalipsis, ya que Dios conoce el futuro. Así que la opción del perdón queda descartada por su propia maldad, tan grande que arrastró con él a la tercera parte de los ángeles (cf. Apocalipsis 12:4). Fue él quien eligió libremente revelarse contra su Creador, al igual que las personas que rechazan voluntariamente a Cristo y su salvación.
He buscado y rebuscado en Internet pero no he encontrado el ejemplar que leí hace muchos años en un periódico (concretamente en El Mundo) donde una pequeña secta que había en Israel le “rezaba” a Dios para que perdonara a Lucifer. Según ellos, el día en que eso ocurriera se acabaría el mal en el mundo. Como hemos visto, el diablo ni se ha arrepentido ni se va a arrepentir, así que dicha petición no tiene ni pies ni cabeza. Lo llamativo de la serie de televisión de la que hemos hablado es que pregona ideas similares a la de esa secta. Curioso...

¿Lucifer castiga como juez en el infierno?
Amenadiel (¡?!), un ángel de color y carnal –y digo carnal puesto que tiene relaciones sexuales con la diablesa-, trata de convencerlo de que regrese al infierno, ya que allí está su lugar para juzgar quién recibe castigo y cómo, aparte de impedir que las almas condenadas escapen de dicho lugar. Cansado de la labor que realizaba y de sentirse predestinado por Dios para esa labor –aunque Lucifer dice que no le gustó cuando su padre le obligó a hacerlo pero que bajo sus propias condiciones le resultaba una delicia-, rechaza volver y ejercer dicha labor.
La psicóloga trata igualmente de persuadirlo de la necesidad del trabajo que desempeña Lucifer: “Dios no te expulsó del cielo porque estuviera enfadado contigo. Dios te echó porque necesitaba que llevaras a cabo su tarea más difícil; fue un regalo”. Ante lo que él contesta: “¿Un regalo? Me apartó, me denigró, me convirtió en un torturador. Pasé eones proporcionando paz a los mortales para luego torturarlos. Durante toda la eternidad evocarán mi nombre para representar toda su depravación. Ese fue el regalo que mi padre me hizo”. Ella vuelve a replicar: “Fue un acto de amor, porque eres su hijo predilecto, Samael (“el que ilumina”). Eres su ángel caído. Pero cuando un ángel cae, también se alza. Lo único que tienes que hacer es aceptar todo lo que eres”.
De jovencito vi la famosa película Ghost, más allá del amor. En ella, Patrick Swayze era asesinado pero decidía no irse todavía al cielo para proteger a su novia Demi Moore. Y recuerdo que había una escena que me daba auténtico pavor: cuando una persona malvada fallecía, aparecían los espíritus inmundos –que emitían unos aullidos aterradores- para llevarse el alma del difunto al infierno.
Cualquiera que conozca mínimamente lo que la Biblia enseña al respecto, sabrá perfectamente que esa representación como la que a su vez describen en la serie Lucifer está muy alejada de la realidad. Los demonios no se llevan a nadie al infierno. Tampoco el diablo está sentado en el infierno como si fuera un Juez esperando a los condenados para imponerle castigos que ejecutarán y disfrutarán los demonios. La  realidad es completamente opuesta.
El verdadero infierno es el lugar “preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41). Hay otros “ángeles” que pecaron Dios que los arrojó “al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio” (2 Pedro 2:4). Allí, tanto los seres humanos condenados, como Lucifer, la bestia, el falso profeta y el resto de demonios, recibirán el castigo correspondiente: la separación eterna respecto a Dios, y con ello el llanto y crujir de dientes (cf. Mateo 13:50), en el lago de fuego y azufre, donde “serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20:10). Así que del concepto de una sala de fiesta donde ser sirven deliciosas bebidas alcohólicas, llena de hombres y mujeres hermosas, no queda nada de nada. Tampoco de esos demonios que se lo pasan en grande torturando a los humanos. 

¿Continuará?
¿Qué deja en el aire la primera temporada para su continuación? Aparte de que la madre de Lucifer (¡¡¿what?!!) se ha escapado del infierno y de la revelación sobre quién es realmente la inspectora Chloe (la única a la que no le afecta los poderes de Lucifer), lo más llamativo es lo que se deja vislumbrar en uno de los capítulos: un cura del que se hace amigo, antes de morir le viene a decir que Dios tiene un plan para él lleno de esperanza. Aunque no sé qué nuevos caminos transitará la serie y me puedo equivocar, hasta ahora se puede deducir que finalmente Lucifer se redimirá y volverá al cielo puesto que ese era el plan de Dios desde el comienzo. 
No creo que después de haber leído todo esto sigas pensando que la serie es simplemente un pasatiempo divertido. Se puede ver con esos ojos, pero en el fondo es perversa, engañosa y manipuladora. Nos muestra una visión del padre de mentiras como alguien dócil, arrepentido, incomprendido y falto de amor. En definitiva, una víctima del plan preestablecido por Dios. Quizá los guionistas se lo pasen muy bien escribiendo las tramas y las descripciones del protagonista, pero no son conscientes qué mano hay detrás de ellos y hasta qué punto están siendo usados para los perversos planes del Maligno.




[1] Lewis, C. S. Cartas del diablo a su sobrino. Ediciones Rialp.

2 comentarios:

  1. Saludos, no he vistola serie, pero por lo que comentas es el engaño que nos quiere hacer creer el Diablo a traves de las series y programas televisivos de hace unos años para acá, el mal no es tan mal; la "otra" perspetiva de los personajes que representan el mal; siempre dandonos a entender que, que el mal a veces es bien, no todo es como lo pintan y que Dios va a perdonar a todos al final.

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    1. Así es. Se nos vende la idea de un "diablo" que está de parte del ser humano y quiere el bien para él, echándole la culpa de los males de la humanidad a Dios. Es lamentable, pero así está la sociedad actual. Saludos desde Españas y que el Señor la bendiga.

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