martes, 21 de marzo de 2017

1. Eutanasia: ¿La buena muerte?



De entre los pocos programas que me gustan de la televisión y que veo –aunque lo hago online y en diferido para evitar la pérdida de tiempo que suponen los anuncios- se encuentra Salvados, del conocido periodista Jordi Évole. El pasado 23 de octubre[1] trató el tema de la eutanasia, con el título La buena muerte, usando el significado original en griego de dicha palabra compuesta: eu (bueno, hermoso, feliz) y thanatos (muerte).
 Aunque ofreció ambas posturas (la que está a favor y la que está en contra), a nivel testimonial únicamente mostró la de Carlos Martínez –afectado por la enfermedad degenerativa e incurable llamada ELA, y fallecido poco después de la grabación del espacio-, que estaba a favor de dicha práctica y la reclamaba para sí mismo. Además, el presentador se decantó claramente por una postura, ya que, aparte de mostrar la del paciente, añadió la de tres médicos que pensaban igual (uno de ellos por ser el primer condenado en España por practicar una eutanasia[2]) y rematando con Erik Van Wijlick, del Real Colegio de Médicos de Holanda, país donde la eutanasia está aprobada. En total, se entrevistó a cuatro personas a favor y solo una en contra.
Todo esto me sorprendió y desilusionó, puesto que dicho espacio televisivo suele ser, por norma general (que no siempre), equilibrado, mostrando ampliamente ambos extremos, dejando que sea el espectador el que se incline por uno u otro, sea en asuntos políticos, sociales u otros, algo que no sucedió en esta ocasión. Una chica dejó este comentario: “Una amiga del facebook que tiene ELA comentó que estaría bien que hicierais un programa con los que a pesar del ELA tienen ganas e ilusión por la vida. Atended esa ilusión y el testimonio impresionante de estas personas”.
¿Qué suelen hacer los medios de comunicación generalistas en lo que respecta a multitud de asuntos? Publicar historias que muestran una sola cara o decantarse abrumadoramente por un punto de vista. ¿Manifestaciones a favor del aborto y del matrimonio homosexual? Primera plana en toda la prensa. ¿Manifestaciones a favor de la vida, de los derechos del feto y de la familia tradicional? Una pequeña reseña y, en la mayoría de las ocasiones, ni eso. Es lo mismo que hizo el señor Évole: ofreció el rostro de “enfermos partidarios”, pero no de “enfermos no-partidarios”. Como dijo un telespectador: “ya no sé qué muestra, si la realidad o lo que él piensa que debemos ver”.
Esto mismo lo podemos comprobar en multitud de periódicos que este pasado verano ofrecieron grandes entrevistas a deportistas paraolímpicos a favor de la eutanasia (como la belga Marieke Vervoort[3], que incluso tiene firmados los papeles para que se la apliquen –al ser legal en su país- cuando ella decida) pero en rarísimas ocasiones escriben sobre aquellos que también están enfermos de ELA u otras enfermedades degenerativas y dolorosas pero, aun así, no quieren acabar con sus vidas. Este tipo de prensa provoca que, al final, la conciencia social quede, como siempre, sesgada.
Como tengo que ser justo por la parte que me toca, añado una rareza entre la prensa, y que se publicó a principios de Marzo de este año (tiempo después de que terminara de escribir estos artículos): una entrevista y un “cara a cara” entre un enfermo que quiere morir y otro que no: “Mis razones para morir / Mis razones para vivir” (http://www.elmundo.es/cronica/2017/03/03/58b17708468aeb7b238b4593.html), y que merece la pena leer antes de analizar mis doce escritos y, especialmente, después.

¿Disentir está prohibido?
Cualquier ser humano que se precie de serlo, independientemente de que ya tenga su opinión al respecto, debe siempre escuchar de manera interesada los motivos y las creencias últimas que conducen a otro sector de la sociedad a pensar de manera opuesta. Tristemente, está más que comprobado que, en los foros de opinión y en los comentarios que dejan los lectores en la prensa virtual, es imposible escribir sin que hagan acto de aparición los clichés manidos, como las acusaciones de fanatismo, de insensibilidad, de hipocresía, de cinismo, de falta de misericordia, de humanidad y empatía, aderezado en ocasiones con insultos y burlas, siendo los más suaves ´psicópatas sin piedad`. A algún “valiente” que se atrevió a llevar la contraria le desearon de todo corazón que enfermara para que así cambiara de opinión. Por eso no participo en esos lugares y no se lo recomiendo a nadie.
En lo que respecta al susodicho programa La Buena muerte, se entrevistó al doctor Marcos Gómez (Director de la Unidad de Medicina Paliativa del Hospital Dr. Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, Ex Presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos –SECPAL- y miembro de la Comisión Central de Deontología de la OMC), y cuya opinión era contraria a la eutanasia. La reacciones contra él en las redes sociales no se hicieron esperar. Como botón de muestra de que disentir está prohibido –como también sucede en temas como el aborto y el matrimonio homosexual, aunque se haga respetuosamente como hizo él- cito algunas de las palabras que se le dedicó entre los más de mil comentarios que he leído en distintas fuentes:

- “Este médico debe de ganar dinero con las drogas-medicinas”.
- “¿De dónde se ha escapado este doctor?”.
- “No estoy segura de si este señor esconde su fanatismo religioso debajo de su ´ética médica`, o simplemente un complejo de Dios de libro de psicología”.
- “Me parece un falso”.
- “¡Qué poco humano!”.
- “Daba la sensación de que hablaba para estúpidos... o él se creía demasiado listo”.

Y esto es sumamente ligth. He omitido todos los vulgarismos e insultos que se han hecho contra su persona porque harían falta varias páginas. Es lo que tiene Internet: millones de individuos que se sienten con total libertad detrás de la pantalla de un ordenador para insultar sin pagar las consecuencias[4].
La inmensa mayoría de la masa social cree que no se puede juzgar. Es sorprendente que incluso los que no son creyentes respalden ese pensamiento citando las palabras de Jesús: “no juzguéis para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1). Son los mismos que olvidan mencionar el otro dicho suyo que complementa y aclara el primero: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24). “Juzgar” no es sinónimo de “condenar”. En el mismo diccionario podemos comprobar que su segunda acepción es “valorar, formar juicio u opinión sobre algo o alguien”. Así que los que se han ofendido con aquellos que no comparten la forma de pensar de Carlos y los pro-eutanasia, deberían de saber que, en el sentido que hemos señalado, toda persona puede juzgar las palabras y acciones de otras personas, aunque difieran de las suyas. Y eso no es faltarle el respeto a nadie. ¿O es que solo podemos valorar y dar una opinión personal si pensamos igual y tenemos una idea uniforme? ¿No es eso otra forma de totalitarismo? Siento muchísimo por lo que pasó Carlos y su familia, y el corazón se estremecía escuchándolo, pero eso no quiere decir que tenga que opinar como ellos.
“Cómo les gusta imponer su moral”, fue uno de los cientos de mensajes que leí por la red. Cuando leo algo así, me quedo estupefacto. En mi caso, no trato de imponer nada ni puedo obligar a nadie a pensar como lo hago, ni viceversa. Tampoco agredo ni insulto como hacen las FEMEN ante los que se manifiestan en contra del aborto libre. Pero sí los pro pueden exponer sus criterios y defenderlos ante la sociedad –con el deseo de establecerlos como derechos, normas y leyes-, ¿por qué los anti no podemos hacer lo mismo? ¿Es que las reglas sólo se aplican a un sector de la población?

¿La culpa es de la religión?
Otro de los argumentos que usan los pro concierne a la fe: puesto que la mayoría de los que la defienden niegan la vida eterna y la existencia de un ser sobrenatural (según ellos, bajo el postulado de que “la ciencia” demuestra la imposibilidad tanto de lo uno como lo otro), no creen que ningún “diosito” (el calificativo que usan para mofarse) tenga nada que decir al respecto. Achacan toda creencia espiritual a personas retrógradas, ignorantes, fanáticas, incultas y adoctrinadas, que creen en cuentos de hadas, y que tienen que aprender a pesar página y modernizarse como el resto de la sociedad.
Tras la emisión del citado programa, las redes sociales se desbordaron de comentarios señalando a la religión como causante principal de que no se haya legalizado todavía la eutanasia en España. Corrigiendo las faltas de ortografía que resultan hirientes para la vista y omitiendo nuevamente las opiniones groseras, he aquí una muestra:

- “Todo es culpa de la religión. De nada sirve más que para poner trabas a la felicidad”.
- “Falta educación y sobra religión en España. Que dejen decidir a cada uno, como el aborto”.
- “Solo rechazan la eutanasia los que piensan que nuestra vida sólo pertenece a Dios”.
- “A ver si dejan de entrometerse y de manipular a la ciudadanía con sus habituales monsergas, farsas, mentiras, manipulaciones, y dejan ya de adoctrinar a borreg@s”.
- “Este hombre no tiene una muerte digna por la religión”.
- “La religión también influye. Para ellos hay que sufrir para ir al paraíso”.
- “El que por casualidad se mete a médico siendo un ´religioso radical que impone su moral` se ha equivocado de profesión. Cuando quiera curar a gente que los envíe a rezar”.

Según ellos, todo se resume a que los que están en contra de la eutanasia “son víctimas de sus miedos, cegados por dogmas, prejuicios, condicionantes religiosos”.
Lo llamativo es que el doctor Marcos Gómez no ofreció ningún argumento en contra de la eutanasia que implicara a Dios. De la misma manera que él, todos los razonamientos que voy a presentar no van a incluir la fe cristiana ni a Dios, aunque hablaré de ambos en el capítulo final, una vez haya concluido todo el análisis sobre este tema. Por lo tanto, no hace falta que me detenga a refutar las conclusiones que muchos han sacado sobre la supuesta culpabilidad de la religión, aparte de que me desviaría completamente de las materias principales. Hay tanta memoria histórica selectiva, y tantos prejuicios y estereotipos sobre el cristianismo –o lo que las personas entienden por cristianismo- que en un futuro cercano me centraré en describirlos para mostrar sus errores.
Dicho esto, añadiré que resulta sumamente llamativo e irónico que cuando la prensa cita a creyentes que están en contra de la eutanasia sea expresamente para desprestigiarlos o burlarse de ellos, y por el contrario se les toma en serio cuando están a favor de dicha praxis, como en el caso del polémico Hans Küng[5] (al que ni siquiera considero cristiano[6]) y del ex diputado holandés Van der Heijden –supuestamente devoto católico- que decidió suicidarse junto a su esposa. De éste, la periodista llegó a decir que “supone un aval póstumo muy significativo”. Una vez más, vemos el doble rasero que usan los periodistas.
   
Las bases
Por todo lo señalado hasta ahora, y ante la intolerancia de los que se hacen llamar tolerantes (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/11/la-intolerancia-de-los-que-se-hacen.html), estos escritos parten de una base, dividida en tres aspectos; van dirigidos exclusivamente a:

- Aquellos que no se han decantado por una opción porque no conocen realmente los argumentos de ambos bandos.
- Los que, aunque están a favor de la eutanasia, son respetuosos, abiertos y están interesados en saber el porqué hay muchos que no la apoyan, cuestión que apenas se desarrolló en el programa.
- Aquellos que no la defienden pero no tienen sus propias razones muy definidas.

A los que son irrespetuosos, a los que disfrutan con el insulto barato, a los que no les importa lo más mínimo formarse una opinión personal sobre este trascendental tema, y a los que no tienen ningún interés en escuchar opiniones divergentes a las suyas, les recomiendo no perder el tiempo. Al resto, a los que se sienten incluidos en alguno de los tres aspectos que conforman la base, les animo a seguir hasta el final esta serie de artículos –puesto que conforman un todo- para formarse una idea global y completa. Si es tu caso, recuerda que todos estos escritos constituyen un puzzle, así que para verlo en su totalidad hay que analizar cada ficha y situarla a continuación en el conjunto global. No hacerlo sería un error, al igual que juzgar un libro por un único capítulo.
Mi idea a la hora de tratar la eutanasia es no esquivar ningún asunto en particular, por muy espinoso, peliagudo, controversial o incómodo que resulte, sea el tema que sea (médico, ético, social, personal y legal), ya que es algo que procuro hacer siempre. Por eso también haré mención a ese porcentaje de pacientes en situaciones extremas que muchas veces se citan para defender la llamada “muerta digna”.
Y sin más, comencemos.

Continuará en A favor y en contra de la eutanasia: dos posturas opuestas.


[2] Marcos Ariel Hourmann, quien fue condenado a un año de prisión pero que no cumplió al carecer de antecedentes penales.
[4] A personas así, que usan las redes sociales para ultrajar a los que no piensan como ellos, les recomendaría que reflexionaran viendo el capítulo Odio Nacional de la serie Black Mirror.
[6] Es difícil calificar –por no decir imposible- como verdadero cristiano a alguien como Hans Küng, ya que en su famosa obra “Ser cristiano”: 1)Niega la inspiración de la Palabra de Dios formulada en 1 Ti. 3:16 por el mismo Pablo; 2)Rechaza casi todos los elementos milagrosos del Evangelio. 3)Se muestra ambiguo en su formulación sobre la cristología. Grau, José. Catolicismo Romano: Orígenes y desarrollo (tomo 2). P. 1057-1065.

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