lunes, 3 de julio de 2017

El cuento de la criada: ateos que creen que los cristianos queremos imponer una dictadura



En pleno siglo XXI, una plaga de origen desconocido provocó la infertilidad de la inmensa mayoría de las mujeres del mundo, según algunos por la contaminación del medio ambiente causada por la mano del hombre.
Años después, en Estados Unidos hubo tres atentados terroristas: concretamente en Washington contra la Casa Blanca, el Congreso y el Tribunal, que mató al Presidente y a casi todos los congresistas. A partir de entonces se anuló la Constitución y se estableció la ley marcial en todo el país, en teoría de manera temporal y para proteger a los ciudadanos. Varias leyes más se aprobaron de inmediato: se suprimió la libertad de prensa, cualquier tipo de juego, las mujeres tenían que dejar inmediatamente sus trabajos, no podían tener propiedades y todas sus cuentas bancarias quedaron congeladas. Como consecuencia, ninguna de ellas podía salir del país. Hubo manifestaciones en contra de todo esto, que el propio ejército socavó a golpe de ametralladora y tras una breve guerra civil.
Con el tiempo se descubrió que no habían sido terroristas, sino parte de un golpe de Estado perpetrado a fuego lento, pero ya era demasiado tarde para hacer algo. Se habían hecho con el poder un grupo de hombres que se hacían llamar “los hijos de Jacob”, que consideraban que sus valores eran superiores (los valores “tradicionales” y “puritanos”), supuestamente basados en la Biblia, estableciendo lo que ellos consideraban una Teocracia, renombrando a la nación estadounidense como la República de Gilead (como la región montañosa descrita en la Biblia al este del río Jordán).
Ya en el presente, aunque la ONU los embarga, algunos países –al ser una plaga mundial- llevan a cabo intercambios comerciales: México les proporciona alimentos a cambio de mujeres fértiles.
El grupo conocido como “El Ojo” se encarga de que las estrictas normas morales se cumplan a rajatabla, apoyados por los propios jueces. Para esto se ahorca públicamente a médicos, curas, homosexuales y a todos aquellos que se niegan a colaborar con el nuevo sistema, o que se oponen a ellos o a su moral. Sus cadáveres son expuestos en las calles para que todo el mundo sepa a qué atenerse. A otros insurgentes los envían a distintas colonias a trabajar como esclavos o a limpiar residuos tóxicos.
El resto de mujeres fértiles son internadas en el “Centro Rojo” para ser adoctrinadas en su nuevo rol en la sociedad: ser sumisas, esclavas y “vientres de alquiler”.
Como quieren rehacer la historia y, según ellos, hacer del mundo un lugar mejor, queman los cuadros, los libros y todo tipo de arte. Solo los comandantes guardan para sí algunos ejemplares. Tampoco hay televisión, radio ni música. Incluso derriban o vallan los edificios religiosos, ya que quieren rehacer la religión a su imagen y semejanza.
Por otro lado quedan pequeños reductos de la resistencia –“la red”- esparcidos por diversos lugares de la geografía del país, y que combaten por restablecer la libertad y los derechos constitucionales, sin mucho éxito hasta ahora.

El mundo terrorífico de Deffred
El contexto descrito es en el que se desarrolla la trama de la angustiosa serie distópica The Handmaids tale (en español, El cuento de la criada) –basada en la famosa novela de Margaret Atwood-, y donde la historia principal gira en torno a las vivencias de Defred (la actriz Elisabeth Moss, la inolvidabe Peggy Olson que ganó multitud de premios por su maravillosa actuación en Mad Men). Simplemente, un cuento terrorífico.
Defred, tras intentar huir a Canadá con su marido y su hija (a los que capturan y separan), es llevada al centro rojo para ser “reeducada”. Tras un intento fallido de escapatoria, termina en la casa del Comandante Fred Waterford (interpretado por Joseph Fiennes) y de su esposa, para que los sirva de criada y como vientre de alquiler.
El relato salta del presente al pasado con diversos flashback, que explican los primeros días tras el golpe al Gobierno y cómo era la vida de Defred justo cuando comenzó la plaga: ya no había apenas embarazos, y de entre los que se daban solo uno de cada cinco bebés nacían sanos. El resto lo hacían gravemente enfermos o morían a los pocos días, con lo que la psicosis estalló en toda la sociedad.
La situación que vive Defred (patronímico que le asignan, ya que su verdadero nombre era June, y que indica de quién es propiedad: Fred era el nombre del comandante), es toda una pesadilla. A poco que empatices con ella, la sensación que se experimenta es de pura angustia.

Mujeres clasificadas
Las mujeres están clasificadas en cuatro tipos:

- Las Señoras, que son las esposas de los comandantes. Se dedican a hacer punto de cruz, a pintar, a diversas manualidades y a reunirse con otras como ellas para hablar de temas banales. No son fértiles. Visten siempre de verde.

- Las Martas, que se dedican del cuidado de la casa y a preparar la comida ya que han pasado la edad fértil. Visten un sencillo traje gris. Cualquiera que conozca mínimamente el Nuevo Testamento, sabrá que toman el nombre de Marta, la hermana de Lázaro, la cual se preocupaba con muchos quehaceres” (Lc. 10:40).

- Las Criadas (como la protagonista), que son marcadas como ganado con un chip en la oreja y que se encargan de ir a hacer la compra de dos en dos en supermercados como “todo carne” y “panes y peces”, donde todos los productos son naturales. Tienen que ir con la cabeza agachada, no pueden pintarse ni hacer nada a menos que sus dueños les den permiso. Duermen en habitaciones austeras donde ni siquiera tienen espejos. Tampoco pueden depilarse, salvo el día de “La ceremonia”, considerado un ritual sagrado: al ser fértiles (al contrario que las esposas), tienen que ofrecer sus cuerpos una vez al mes para ser “fecundadas” por el respectivo comandante a su cargo. Si no quedan embarazadas, ellas son culpadas, nunca el hombre. Si quedan encintas, cuando se produce el parto (que se lleva a cabo sin ayuda médica de ningún tipo y sin hombres presentes), la criatura es entregada inmediatamente a la mujer del comandante, aunque la madre biológica sigue dándole el pecho durante un tiempo. Cuando ya no son necesarias, son enviadas a otra casa para que vuelvan a ser “preñadas”.
Muchas criadas no pueden soportar este estilo de vida y se suicidan. Visten un largo traje rojo y una toca que les cubre la cabeza.

- El cuarto grupo, las Tías, que son las verdaderas creyentes, resultan ser beatas que se encargan de “enseñar” a las más jóvenes las aparentes enseñanzas bíblicas, y no tienen problemas en usar la tortura para “adoctrinar” o en decirle a una chica que si es violada la culpa es de ella. Visten de marrón.

- El quinto y último grupo está formado por mujeres que no pudieron escapar ni “adaptarse” al sistema, y les dieron a elegir entre ir a colonias de trabajo o ejercer la  prostitución en clubs clandestinos, prohibidos por la ley, pero visitados por muchos mandos del Gobierno y funcionarios de otros países.

Ninguna de ella tienen acceso a la tecnología (sea móviles o Internet), no pueden leer, bailar, escuchar música, jugar, conducir ni hablar de nada que tenga que ver con acontecimientos anteriores al golpe de Estado. Por último, todas sus frases comienzan o terminan con expresiones como “la paz sea contigo”, “con su mirada”, “bendito día”, “alabado sea”, “siempre bendita”, “bendito sea el fruto” y “el Señor permita que madure”.
Por su parte, los hombres más cualificados se encargan de gobernar o de seguir trabajando en las empresas de la nación, mientras que soldados (llamados “los guardianes de los fieles”) siguen combatiendo en las ruinas de Chicago. El resto, los de clase baja (a los que no les asignan mujeres), se ocupan del mantenimiento de las infraestructuras (jardinería, construcción, etc.) u otras cuestiones. Entre ellos, infiltrados, está la resistencia.
Considerando que es una de las mejores series que ha concebido la televisión en los últimos años, aun siendo claustrofóbica, agónica, brutal, durísima y perturbadora[1], no me extraña la polémica que ha causado al mostrar a unos gobernantes que usan la Palabra de Dios para establecer supuestos principios divinos, y que denigran y oprimen a los seres humanos, asesinando o mutilando a todo el que no piensa de la misma manera.

Un sencillo ejemplo de cómo se interpreta mal la Biblia
La serie se sustenta sobre la idea de cómo sería un país que se rigiera bajo la Teocracia; es decir, que el Gobierno estableciera e impusiera en la sociedad las leyes divinas a través de sus representantes. La gran traba que nos encontramos en este show televisivo, que habrá hecho las delicias de muchos ateos, es que las leyes bíblicas en que dicen basarse no son tales, sino una interpretación atroz de los mandamientos divinos por una facción de creyentes que han deformado el verdadero mensaje de la Biblia.
Por ver cómo deforman la verdad y citando un solo ejemplo –ya que otros muchos los analizaremos en distintos artículos-, usan Génesis 30:1-5 para justificar “la ceremonia”, donde el marido se llega a la sierva para que ésta quede en estado, ya que la esposa son infértiles: “Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella. Así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella. Y concibió Bilha, y dio a luz un hijo a Jacob”.
El texto es tal cual. Por lo tanto, algunos podrán decir: “Ves, eso lo enseña tu Biblia. Ese es tu Dios. Así que no me vengas hablándome de amor y de otros cuentos”. Es el mismo error que cometen infinidad de ateos con multitud de textos de las Escrituras: sacan conclusiones que no son fruto de un mínimo análisis objetivo y de una correcta interpretación. En este caso en particular, el pasaje en cuestión no señala en ningún lugar que Dios le dijera a Jacob que tuviera relaciones sexuales con su criada para tener descendencia. ¿Quién se lo dice? Raquel, su esposa. Y Jacob, necio como pocos, lo hizo. Ambos pecaron ya que iba en contra de la voluntad de Dios, mostrando además su falta de fe. Exactamente lo mismo sucedió con Abram: Dios le prometió que le iba a dar un hijo, pero como éste no llegaba en el tiempo que él esperaba, escuchó a su mujer Sarai y se acostó con su sierva Agar (cf. Gn. 16:1-4).
Esta forma de actuar que se observa en muchos personajes del Antiguo Testamento –y que era costumbre en aquellos días- no es un reflejo de fidelidad hacia Dios, sino de desobediencia. La Biblia no solo describe las heroicidades y las pruebas que afrontaron los siervos de Dios, sino que muestra sin ningún tipo de tapujo sus errores, faltas y pecados, y que trajeron consecuencias, algunas de ellas muy graves.
¿Ves qué sencillo es comprobar lo que dice el pasaje en realidad?

La teología del dominio: la Biblia usada para manipular
¿Dónde está el origen de esta historia? Como hemos dicho, en la novela de la escritora canadiense Margaret Atwood, que fue publicada en 1985. ¿Y en qué se basó ella para mostrar esta “Teocracia”?: en las colonias puritanas de Nueva Inglaterra -una región de los Estados Unidos- (de ahí la forma de vestir que se ve en la novela y en la serie) y cómo sería el país entero si fuera gobernado según las directrices de dichas colonias, que se basaban –y se siguen basando- en la teonomíatheos` que significa ´Dios´ y ´nomos`, ´ley`). Dicho término, inusual en nuestro lenguaje, “básicamente es el punto de vista de que la Ley de Dios en todas las áreas de los castigos morales en el Antiguo Testamento necesita ser aplicada hoy día, incluyendo al gobierno”[2].
Como explica José de Segovia, “los padres de la teonomía reconstrucionista de los 80 eran presbiterianos conservadores como Rushdoony, Bahnsen, North, Chilton o DeMar, que buscaban no sólo implantar la ley mosaica, sino que perseguirían a los bautistas y herederos de la Reforma radical”[3]. No solo los demás grupos protestantes eran acosados sino también los católicos. En definitiva, todos aquellos que no interpretaban la Biblia como esta comunidad.
Los que desconocen el tema pensarán que todo esto es una exageración. Tristemente no es así. En las últimas décadas ha surgido en los Estados Unidos la llamada “teología del dominio”, que lamentablemente se ha expandido entre muchas iglesias de Sudamérica, Asia y mi propio país, España. Esta teología se basa en Génesis 1:28: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”.
El problema es que ellos interpretan que estas palabras de Dios son un llamamiento a que los cristianos dominen y gobiernen la Tierra desde el poder civil (instituciones y gobiernos) imponiendo de forma rigurosa, extrema e intransigente las leyes morales del Antiguo Testamento “según las entienden ellos” y algunas del Nuevo, que también descifran a su gusto. Eso es lo que persiguen en la actualidad. Todo un disparate y un gravísimo descarrío teológico en el que están inmersos los “famosos” Kenneth Copeland, Benny Hinn, Pat Robertson, Cash Luna, Rony Cháves, Guillermo Maldonado, Joel Osteen, etc., y que han cegado a millones de personas.  
Todos ellos, sumidos en esta herejía[4], olvidan que el Reino de Dios en su perfección no se establecerá hasta que Cristo regrese como Rey, y no bajo coacción ni leyes gubernamentales. Una cosa es anunciar el Evangelio, exponer las consecuencias de rechazarlo, tratar de mejorar la sociedad, denunciar el pecado y estar en contra de que los Gobiernos aprueben ciertas leyes que solo traen la decadencia moral del ser humano que ha caído en el libertinaje, y otra muy distinta imponer por la fuerza de la ley, por la de la pena de muerte o por la de las armas los mandamientos de Dios. No olvidemos nunca que “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Ro. 3:20), y que la ley no cambia los corazones, que, junto a la redención y la salvación, fue y es el propósito por el cual el Padre envió a su Hijo a este mundo. 
Si eres de los que crees que el verdadero cristianismo es el que se encuentra reflejado en “El cuento de la criada”, te diré rotundamente que no es así. Aunque haya ciertos grupos evangélicos, carismáticos  y católicos que defienden tales ideas (que incluso tienen participación activa dentro de la política, como la organización estadounidense Moral Majority Coalition-“Coalición Mayoría Moral”), recuerda que para los cristianos dicha teología del dominio nos resulta aberrante y la rechazamos por completo.


[1] Para los que no la hayan visto la serie y tengan pensado hacerlo, les recomiendo el mando a distancia para “esquivar” las escenas de “la ceremonia” y algunas otras de sexo.
[4] Muchas otras de sus herejías las analizo en mi libro Herejías por doquier (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/08/normal-0-21-false-false-false-es-x-none_21.html).

8 comentarios:

  1. A ver es una novela, y es parte de la trama/guión que los nuevos gobernantes manipulen la blibia para imponer su ley, vaya que no hay que ser muy avispado (ni haber leído la. Blibia) para darse cuenta de ello, de hecho es una crítica abierta a los muchos grupos (como los que citas en el artículo) que trasgiversan las escrituras (cristianas o de otras confesiones) en propio bien.

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  2. Opino lo mismo que el comentario de arriba. No estás entendiendo el propósito de la historia, no has leído el prólogo del libro donde la autora aclara éste tema desde el principio y cito: "De modo que el libro no está en contra de la religión. Está en contra del uso de la religión como fachada para la tiranía: son cosas bien distintas. "
    De hecho en una escena de la primera temporada Tía Lydia recita un pasaje de la Biblia para justificar el castigo a Offred y ésta le responde completando el mismo pasaje con la parte que ellos omiten para imponer su régimen.

    PD: lo que la serie refleja y es algo que en el siglo XXI ya debería quedar claro es que, bajo ningún concepto, ningún tipo de religión debería ostentar el poder civil. La sociedad debe ser siempre racional, material y objetiva.

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  3. Jesús Guerrero Corpas10 de abril de 2019, 19:10

    Siento decirte que ninguno ha entendido lo que he querido exponer. He leído la novela y conozco muy bien todo el contexto tanto literario como cultural. Mi escrito viene a señalar a aquellos que dicen que los cristianos queremos imponer una dictadura moral como la que se refleja en la novela, cuando realmente esos que se dicen cristianos no lo son, aunque citen la Biblia por aquí y por allá. Eso tipo de ideas, el falso cristianismo, es lo tristemente suelen mostrar los medios de comunicación para ridiculizarnos. Y muchos que no han estudiado de verdad sobre el tema, leen novelas o series como esta y dicen: "Ves, ese es el verdadero cristianismo". Y no, no lo es. Ese y no otro es el enfoque del escrito, y espero que ahora se entienda baso el principio que acabo de exponer.

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  4. Jesús Guerrero Corpas10 de abril de 2019, 19:14

    Siento decirte que ninguno ha entendido lo que he querido exponer ni mi intenció, que concuerda con la de la escritora. He leído la novela y conozco muy bien todo el contexto tanto literario como cultural. Mi escrito viene a señalar a aquellos que dicen que los cristianos queremos imponer una dictadura moral como la que se refleja en la novela, cuando realmente esos que se dicen cristianos no lo son, aunque citen la Biblia por aquí y por allá. Ese tipo de ideas, el falso cristianismo, es lo tristemente suelen mostrar los medios de comunicación para ridiculizarnos. Y muchos que no han estudiado de verdad sobre el tema, leen novelas o series como esta y, sin conocer el contexto de la obra original y sin las explicaciones oportunas, dicen: "Ves, ese es el verdadero cristianismo". Y no, no lo es. Ese y no otro es el enfoque del escrito, y espero que ahora se entienda baso el principio que acabo de exponer.

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  5. Jesús Guerrero Corpas10 de abril de 2019, 19:18

    Siento decirte que ninguno ha entendido lo que he querido exponer ni mi intención, que concuerda con el de la escritora. He leído la novela y conozco muy bien todo el contexto tanto literario como cultural. Mi escrito viene a señalar a aquellos que dicen que los cristianos queremos imponer una dictadura moral como la que se refleja en la novela, cuando realmente esos que se dicen cristianos no lo son, aunque citen la Biblia por aquí y por allá. Ese tipo de ideas, el falso cristianismo, es lo tristemente suelen mostrar los medios de comunicación para ridiculizarnos. Y muchos que no han estudiado de verdad sobre el tema, leen novelas o ven series como esta y, sin conocer el contexto de la obra original y sin las explicaciones oportunas, dicen: "Ves, ese es el verdadero cristianismo". Y no, no lo es. Ese y no otro es el enfoque del escrito, y espero que ahora se entienda bajo el principio que acabo de exponer.

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  6. De hecho, en mi opinión, en esa serie no hay cristianos, solo un tipo de de personas con una Fe basada en el antiguo testamento. Estoy de acuerdo con Jesús Guerrero.

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  7. Cuando se fusila una opinión, conviene citar la fuente. Me refiero a:
    https://www.entrelineas.org/revista/el-cuento-de-la-criada

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  8. Señor anónimo: no fusilo nada muestro el error de otros, es más cito a José de Segovia y no de la fuente que usted señala. Puede ver la fuente en la nota al pie número tres, de protestante digital como puede observar. Espero que ahora se fije mejor. Un saludo.

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